Cuando se produce un gasto energético en nuestro organismo siempre se genera un intercambio de gases. Al extraer las calorías de los nutrientes consumimos oxígeno y al quemarlas producimos dióxido de carbono.
A través de la medición del oxígeno respirado y el dióxido de carbono exhalado podemos determinar cuál es el coeficiente respiratorio de cada paciente. Este coeficiente nos indica cuál es la tendencia a utilizar la grasa o el hidrato de carbono como fuente de energía principal, siendo la situación ideal la utilización de grasa (dejando al hidrato de carbono solo para momentos de fuerza o alto impacto).
Si el coeficiente respiratorio se acerca a 1 significa que existe una mayor tendencia a utilizar el hidrato de carbono y menos la grasa. Es decir, en este caso el organismo es muy dependiente del azúcar y habría que trabajar la flexibilidad metabólica a través de un plan nutricional.